Tú..


Hoy soñé contigo, Soñé que te ibas. Y lloré dormido.

Eras una carta, escrita con tinta roja en un papel color hueso, doblada en 3 pliegues. Me decías que te ibas, que tenias que irte y lloré al leerte.

Te posaste sobre mi corazón 1 vez, y yo ansié que no te movieras de ahí.

No tengo derecho. Ya lo sé. O quizás sí.

Te Quiero, no importa lo demás.

He dicho..


Buscar no es encontrar. Ver no es creer ( Sentir es estar seguro ). Descubrir no es comprender. Razonar no es tener razón. Amar no es saber. Saber no es amar. Disfrutar no es ser feliz. Ser feliz no es lo más importante.

Abandonos.


Supongo que me he ganado a pulso mis abandonos. Imagino todos mis defectos. Luego imagino que quienes me conocen se hartan de soportarlos, y se van. Así son los abandonos. Y así los abandonados. Gente que tiene una opinión demasiado elevada de sí misma. Aún así, los abandonos son dolorosos. Todas las pérdidas lo son. Los abandonos, más. Y más todavía cuando se trata de buena gente, o bien de gente con talento. No hay mucha gente con talento. Conocerla es un privilegio. Más que eso: es un mérito. Uno se gana los conocidos que tiene, con tesón y con inteligencia. Y los pierde por estupidez o por descuido. Pocos son los inteligentes y tesoneros. Pero todos podemos ser estúpidos y descuidados, si se dan las circunstancias apropiadas. Entonces es sumamente sencillo sufrir un abandono. No hay abandonos inmerecidos. Tan sólo hay cobardes que se van sin haber intentado perdonar la estupidez o el descuido del abandonado. Perdonar. Quizá sea el verbo más difícil de poner en práctica de todos. Perdonar requiere muchas y grandes cualidades. Requiere bondad, y fortaleza. No es nada fácil perdonar. Y es especialmente difícil cuando se trata de la estupidez. No hay nada más difícil de perdonar que la estupidez. La estupidez es ese defecto en que sólo pueden incurrir las personas inteligentes. Por eso resulta imperdonable.

Pd: En mi caso, creo que es patológico.

Quererte en este mundo


Tú y yo nacimos, fruto del azar inexplicable, en un primer mundo sin hambre ni epidemias. Este mismo azar nos situó en Maracaibo, en los vientres de unas familias que tampoco elegimos. Esas madres y esos padres y ese entorno nos convirtió en lo que ahora somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Nunca nos faltó un plato de sopa, un techo, ropa y medicinas. Incluso tenemos internet y una o varios televisores con decenas de canales.

Yo ahora soy Odontólogo como podría haber sido cualquier otra cosa. Fue un cúmulo de casualidades, ya ves. Tuve opciones que aproveché o fui descartando según bailara mi mala cabeza. Y cometí errores, muchos. Los sigo cometiendo. Aquí, en el primer mundo, podemos permitirnos cometer errores. Otros muchos, la gran mayoría en este vasto e injusto planeta, cometan o no errores, pasarán hambre y sufrirán epidemias.

Con esto quiero decirte que te quiero, como también se puedan quererse dos personas en el tercer mundo. Pero yo te quiero, tú y yo, en una casa tirados en el suelo ( Que odio) o en algún mueble . Abrazados, calentitos y hambrientos de libertad. Es importante que tengas en cuenta esto