El caso es que después, fuera de aquí, todos somos unos mierdas. Me refiero a que, si algo bueno tiene la creación literaria, es que cualquier sin sustancia en la vida real puede jugar a ser dios. Por eso recomiendo escribir donde nadie escriba. Escribir en una parada de taxis, o en bares con putas en el suelo, mesoneros ojerosos y un piano viejo al fondo de la barra, o en la esquina más profunda de un burdel o en el burger King, en el anverso del cartón de las vacunas, en el nacimiento de tu espalda o en la parte de adentro de tus besos, en cualquier mostrador de una tienda de música, en el cielo de tu cuarto o en la esquina donde todo es nada. Ahí te sentirás único en tu especie. Ahí escribirás crecido y las musas saldrán solas... deberían intentarlo!
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