Del daltonismo y otras virtudes




Ojalá todos mis post fuera armas 
porque si lo fuera 
yo siempre tendría dos versos en la guitarra
para decirle lo mucho que la quiero. 

Porque yo la quiero mucho incluso cuando no la quiero tanto. 

Como aquella noche por ejemplo que puso esa mueca 
de no estar de acuerdo con nada 
en lo que yo estuviera involucrado, 
luego se le infló el pecho 
con el aire más afortunado de la casa
y maldijo todas las casualidades de mi vida, 
empezando por ella. 
La más grande. 

Aquella noche que llovía tanto 
y ella bajo mis sabanas y mi piel 
esperando que una nube se enamorara de ella. 
Pero la única nube que pasó fui yo 
con una mirada rosa. 

Pero claro ella no sabe que yo el rosa lo veo celeste 
y el celeste azul 
y el azul, azul, o eso creo 
y a ella preciosa. 
La más preciosa, 
en todos los colores. 

Supongo que debo haber dejado algo abierto ( que vaina ), 

algo que no sea mi corazón claro, 
porque aquella noche de lluvia ella se quedó la llave 
y la tiene guardada en aquella pantys rosadas
que al final resultaron ser blancas en clave de Fa 

Yo sé que en el fondo me quiere, 
porque las mujeres que quieren de verdad, 
lo hacen así a halones 
y te hacen el amor con las entrañas 
y te muerden en la espalda 
porque tienen hambre 
y te respiran dentro de la boca 
y te hacen café por la mañana 
con pan arabe, amor y besos 
y a veces jugo de caricias con la lengua 
y después del almuerzo 
siempre hay algo que sabe a vainilla, 
su piel se eriza y sus diminutos vellos 
juegan a hacerme cosquillas por dentro del estómago. 

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