Tocaste a mi alma con los ojos secuestrados de poemas que dolían.
Y me dije: cuidado compañero,
ya sabes que tu debilidad son las sonrisas de las niñas tristes.
Fingí normalidad y hablé de más como hago cuando quiero parar el tiempo en unos labios.
En mi catálogo mental de peligros a evitar te marqué con tripe equis
que resultó premonitoria.
Y me prometí no entrar más que en tus versos.
(Para que veas lo que duran las promesas formuladas contra el viento)
Y aquí estoy mientras te espero inédita desnudándote en palabras que no caben en micro-poemas.
Tus miedos son los que te hacen las maletas. Los míos se evaporan cuando alargas
la primera vocal de mi nombre como un feliz grito bélico .
Tanta gente me ha leído los ojos, las venas y hasta las letras y sólo tú supiste ver
lo que me asustan los timbres.
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