Ansiedad es verte comer o dormir o mover la boca, o notar que tu boca se aproxima lenta a mía y me vuelvo bizco y consigues sin tocarme arritmias severas, y consigues que no piense en hospitales sino en querer morirme por un rato. Ansiedad es oler tu vientre tumbado e imaginar imperios suaves que giren en torno a tu ombligo y querer dormir ahí, empadronarme ahí, hipotecarme a cien años ahí, plantar ahí mi bandera del color de la memoria y congelar ese momento y no pensar en otra cosa aunque la sombra de tus pechos vuele baja, a centímetros de mi sien, a segundos luz del deseo urgente.
Ansiedad es imaginarte a mi antojo y se me antoje imaginar tus pómulos rosados, tu risa, tu lengua perfecta, tus uñas, tus corvas, tus curvas, tu cuerpo sentado en mi cama, a mi lado o detrás, mejor detrás, y yo llevándote y tú observando mis ojos a través del espejo, mis labios, mis ganas, y acercarte a mí y decirme al oído tequiero con la misma voz con la que firman los médicos las actas de defunción, y que el mundo se derrumbe a nuestro paso como si fuéramos los últimos en pisar el mundo, y después de nosotros ya nada tuviera sentido. Ansiedad es poder hacer contigo lo que quiera en mi imaginación y aun así no hacer nada, sólo mirarte y sentir hambre. Ansiedad es salir con el temor de encontrarte y derrumbarme frente a ti.
Pero ansiedad, sobre todo, es haber escrito esto, saber que lo lees, y que sonríes con ese sustico ahí dentro
Pd: lo ves?
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