se mete tu olor por los callejones cerrados
como suspiros sin dueño.
Yo maldigo cualquier aire que no sepa
levantarte la falda.
Los bares no están llenos de hombres que quieren olvidar,
están repletos de borrachos que no te han conocido.
Camino con tu ausencia al hombro,
los escaparates siempre me devuelven tu imagen,
yo sueño con perros que se comen tus órganos,
con niñas jugando a la vieja
con las órbitas de tus ojos.
Sueño con tus manos masturbando frutas
en la última fila de los cines.
No son pesadillas,
no ahora que dormir
depende tanto de las farmacias.
Tiene lentes,
peces en el escote,
las manos suaves como pijamas,
si le regalas una sonrisa,
te vende el valium sin receta.
Bendita yonki adicta a dolerme,
aprovechaste que soy de calle,
en mi calle las mujeres besan con los párpados,
si dicen te quiero es para casarse,
aquí se tienen hijos a conciencia
no surgen por la ausencia del látex,
tenemos un solo raíl para el camino
y si te equivocas de vía
te miran como a un animal.
¿Piensas que aprendí a ladrar en tus tobillos?
Yo era perro antes que hombre,
cuando una caricia costaba
tener el hocico húmedo
de cosquillas en la nuca.
Mis vecinos (esa familia sin genética)
creen que soy autista
porque digo los buenos días
moviendo la cabeza.
¿Cómo explicarles que si abro la boca me sale tu nombre?
Aquí, en esta cuidad de mierda,
no dejan de confundir el silencio
con la educación.
Menos mal que me queda el mar
y tú caminado en pleno invierno por la orilla,
mientras los hilos de tu bufanda
decoraban la brisa con los colores del arcoiris.
Menos mal que si cierro los ojos,
te veo desnuda y mía.
Que parpadear ya no es inercia
si no un ejercicio de excitación.
Daba igual que no fueras la mujer más bonita del mundo
porque todas las mujeres del mundo
cabían en ti.
Y aún ahora, te miro en el rostro de las otras,
y te sigues pareciendo demasiado a ti misma
para ignorar que existes.
Escribo,
soy incapaz de hacerlo sin un cigarro en la boca,
supe en cuanto te vi
el color de mis pulmones,
también que después de tenerte entre mis brazos
la soledad podría ser a la vez
sinónimo de multitud,
incluso que cuando te fueras para siempre,
estas cuatro calles que ahora habito,
se iban a convertir en un país que desconozco
donde soy un inmigrante
de mis propias raíces.
Y aun así te quise,
quizás porque quererte
era lo más fácil de todo.
O lo único
que nunca pude evitar.
Ni supe.
Ni siquiera ahora que la calle
está inmersa en pedazos de ti,
y sin querer me he traído tus recuerdos
pegados a mis pasos
y en cualquier momento
me voy a encontrar a cualquiera
jugando a las prendas con tu risa.