Algún día Te vi un punto y flotando ante mis ojos la imagen de tus ojos se quedó como la mancha oscura orlada en fuego que flota y ciega si se mira al sol.
Lo siento
Ya no te busco en la cola de los estacionamientos,
ni en las tiendas de música,
no te encuentro en el humo del café,
ni del cigarro.
Ya no duermes en los jardines de mi pecho,
ni me hospedo en los hoteles
de tu columna vertebral.
No le hablo a las cuerdas de mi guitarra
de lo desnuda que te veo
cuando te pones ese vestido negro.
Ya no eres dios,
ni hay milagros en el cielo de tu boca.
Ya no escribo tu nombre
en los cristales húmedos del carro,
ni Damien Rice canta nuestra canción
mientras nos peleamos por tonterías.
Ya no me quito el disfraz de poeta,
para ver cuanto amor te cabe entre las piernas.
Ya no te sueño,
ni te maldigo.
Ya no te odio.
Ya no hay sudor bajo las sábanas,
ni decoras los espacios de mi cuarto morado
con otros colores imposibles.
No hay malabares en tus montañas,
ni gimnasia artística bajo tu cintura,
no hay restos de mi piel bajo tus uñas
ni sabor a vainilla entre mis labios.
Ya no eres,
ni estás,
ni quieres,
ni sientes,
ni soy,
ni te espero,
ni te ansío.
Ya no te quiero.
Pero tu ya sabes como mentimos los poetas.
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