Catalogo




Odio el odio en general. Pero odio a la gente que no razona.
Odio al que se enorgullece de su simpleza o de su falta de cultura. 
Odio al que roba al débil y a quien es capaz de todo con tal de proteger su mentira. 
Odio a la gente que disfruta destruyendo. 
O matando excepto al enfermo que no tiene la culpa de matar. 
Odio al que no quiere vivir, o al que intenta convencer a los demás de sus motivos para rechazar la vida. 
Odio la falta de civismo: orinar el suelo, tirar basura a la calle “para crear puestos de trabajo en los servicios de limpieza”. 
Odio al que evade impuestos pero se aprovecha de lo público. 
Odio al que odia al diferente. 
Me odio a mí mismo, tal vez.

Odio cualquier alimento de color morado. Es irracional, lo sé. También odio las caries. Es subjetivo, estoy claro. 
Odio los servicios de atención al cliente en general. 
Odio la burocracia, los trámites. 
Odio las colas y las aglomeraciones: parecen webones. 
Odio esos anuncios de la tv que dan por hecho que somos unos consumistas de mierda. 
Odio la prensa que manipula y a toda clase de lameculos en general. 
Odio a los mecánicos que intentan sacarte dinero siempre. 
Y al comercial que intenta engañarte con estupideces que no funcionan. Y al homeópata obviamente. 
Odio cualquier institución que se lucre con su concepto de Dios o con la ayuda solidaria. 
Odio que de cada diez bs que envío al tercer mundo, lleguen cinco, o tres, o ninguno. 
Odio los bancos. Todos, excepción el provincial de San Fco. 
Odio mis contradicciones, mis defectos, mi falta de valor en algunas cosas y de constancia. Odio fumar pero fumo, por ejemplo. Te odio pero no soy capaz de olvidarte. Por ejemplo.

(Sin embargo con la guitarra en las no odio nada ni a nadie. Es extraño).

Odio hablar de odio; perder el tiempo con el odio en lugar de voltearlo y convertirlo en amor. Odio el odio en general, ya lo he dicho. Pero no puedo evitarlo.

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